miércoles, 12 de marzo de 2008

NOS DEJO UN PEQUEÑO GIGANTE: JORGE GINZBURG

El conductor, periodista, publicista y guionista, de 59 años, Jorge Ginzburg murió esta mañana en el sanatorio Mater Dei luego de varios días de internación a causa de una afección pulmonar que habría agravado luego de sufrir la fractura de la quinta vértebra.
Entrevistador sagaz, incisivo, pero al mismo tiempo simpático, fue una marca que instaló desde sus primeros programas. Pero tenía dos cualidades que lo diferenciaban de los demás: era inteligente e informado.
Nació en el Hospital Israelita, donde su abuela trabajaba de enfermera. Creció escuchando radio, tal vez un fuerte impulso para definir su profesión. "Los radioteatros que escuchaba mi vieja mientras yo hacía la tarea” recordo en una nota a clarín.
Se anotó en Derecho, junto a su amigo del colegio —y luego compañero profesional— Carlos Abrevaya (murió en 1994). Pero también juntos decidieron abandonar la carrera: "Dimos un examen, nos sacamos un 3 y dijimos No tiene sentido seguir con esto. Bajamos las escalinatas de la facultad, tomamos el 124, fuimos al Café la Humedad, jugamos al billar y nos sentimos aliviados". Más tarde, Abrevaya eligió Filosofía y Guinzburg el Profesorado de Arte Dramático. Ambos, en las horas que tenían libres, escribían textos que más tarde se convertiría en guión.
Mentor de La Biblia y el Calefón y La Noticia Rebelde, editorialista inspirado en la revista Satiricón y en su columna Desde el Diván en el diario Clarín. Recibió numerosos reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos, el Premio Konex de Platino como mejor conductor de la década (1991/2000), el Martín Fierro en varias oportunidades por la conducción, creación y producción de distintos ciclos, los Premios Broadcasting, Prensario, Argentores, el Premio Media de la televisión española, el Clío, la Medalla de Oro en los festivales de Cannes y Nueva York, y el Premio INTE 2003 en Miami.
El 2007 lo castigó duro. Tuvo una neumonía y un "derrame pleural" que lo alejaron de la pantalla. "Fue un año difícil, con dos meses en los que me agitaba con sólo vestirme. Uno de los peores días fue el 9 de julio: yo acostado, el médico al lado y la nieve a través de la ventana. La gente armaba muñecos y yo estaba hecho bolsa", contó.
Hasta último momento le peleó a su enfermedad. "Soy un luchador en todo, no soy de rendirme". La muerte le llegó hoy, una de las últimas mañana de este verano porteño.

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